Terrorismo culinario

En muchos idiomas existe una expresión o refrán relacionado con conquistar el corazón de alguien a través de la comida. Por lo tanto, se podría decir que existe una relación directa entre amor, aprecio o cariño y la gastronomía. Hay culturas que han comprendido perfectamente esta relación y han sabido utilizar su gastronomía como un elemento de expansión de su cultura: Italia, Japón, China…

Sin embargo, la primera vez que viajé al extranjero (Italia) y probé una verdadera pizza italiana me sorprendió lo diferente que eran comparadas con las pizzas que yo solía consumir en España (pizzas de franquicias de comida rápida, pizzas congeladas, pizzas que montaban mis padres con los ingredientes que les daba la gana…). No se me había ocurrido pensar que lo que nos había llegado a los españoles de la pizza original era una versión de la que sabían o creían que podría tener éxito en España o en otros países.

Una sorpresa similar me llevé la primera vez que comí en un restaurante español en el extranjero (en este caso en Alemania), donde todo me resultó asqueroso y nada español. En ese momento pensé que los cocineros eran penosos o que los ingredientes estaban pasados, pero con el tiempo concluí que lo más probable era que aquel elegante restaurante tan caro simplemente decidiera adaptar los platos a los gustos alemanes.

Que cada país tiene unas preferencias gastronómicas es una realidad innegable y cualquiera que haya vivido en el extranjero unos meses lo puede corroborar. Como ejemplo personal, nunca entendí la obsesión de los alemanes por el curry y la paprika ni el gusto de los norteamericanos por la famosa “gravy” que le echan al pavo por encima en Acción de Gracias (tampoco soy muy fan de ese pavo, la verdad). Como muchos españoles, no puedo comer cosas muy picantes, ¿quizá porque nuestra gastronomía escasea en este sentido?

Entiendo que por este motivo los restaurantes que intentan promocionar gastronomías algo exóticas deben admitir excepciones, meter ingredientes locales, adaptar recetas, etc. Esto no afecta en absoluto a la cultura local original, que sigue manteniendo su autenticidad, pero ayuda a promocionar ese país/cultura en el extranjero. Me encanta el sushi con aguacate y queso crema pero cuando estuve en Japón no vi ni uno de esos ingredientes en el sushi que probé. ¿Es acaso una aberración el sushi con aguacate? Mi respuesta es no y, en ese sentido, creo que España tiene mucho que aprender de otros países.

Una vez me contaron una historia que me hizo comprender por qué la cocina española jamás se popularizará al nivel que lo ha hecho el sushi, la pizza o los rollitos de primavera. La anécdota es que desde España se decidió hacer en Nueva York un gran evento de promoción de la paella y fueron invitados expertos paelleros españoles para que cocinaran y enseñaran a cocinar a los locales. Lo anecdótico es que los desconfiados chefs españoles trajeron todos los ingredientes de España, incluido el agua con el que iban a cocer el arroz.

Los españoles somos tan puristas que no permitimos ni el más mínimo cambio en la receta original y esto hace muy complicado la exportación de nuestra gastronomía. Por lo tanto excluimos de nuestra cultura a cualquiera que quiera participar.

En primer lugar, está el problema de los ingredientes. He oído a chefs españoles decir que las patatas de la tortilla de patatas hay que freírlas en aceite de oliva para que sea auténtica. Aceite de oliva que en otros países se vende carísimo en botellitas de 250 ml en la parte gourmet del supermercado.

Luego está el tema de los sabores, jamás he comido unas papas tan bravas como las que hacen los restaurantes españoles en el extranjero, donde el nivel de tolerancia al picante es muy superior.

Como anécdota final, hace unos años un famoso chef inglés, Jamie Oliver, publicó en Twitter una receta de paella con chorizo que despertó el odio más extremo de los españoles a través de las redes sociales. ¿Era una aberración? La misma que el sushi con aguacate que tanto nos gusta. España está perdiendo una gran oportunidad rechazando la paella con chorizo.